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¿Cómo nos levantamos la mañana siguiente al día que nos han despedido? ¿Qué cosas pensamos mientras desayunamos? ¿Sonreímos o lloramos? En definitiva… ¿cómo afecta emocionalmente no tener trabajo?

Es difícil lidiar con los nuevos horarios que, a veces, no se pueden llamar ni «horarios» porque cada día es el que te creas ese mismo día. Cada día quieres hacer muchas cosas, quizás demasiadas, y vas pasando de una a otra como si de pasar las páginas de un libro se tratara, pero sin terminar de leerlas. Tienes claros los objetivos de tu día pero nunca sabes si se van a cumplir. Es el pan de cada día cuando no tienes que deber cuentas a nadie, excepto a ti mismo, que a veces puede ser mucho más positivo.

Para darle un enfoque positivo a esta situación, planteémonos la vida en paro como ser autónomos, con nuestras reglas y nuestros horarios. La vida del autónomo se basa en una cosa fundamental: la fuerza de voluntad con la que te debes levantar cada día. Tenerte a ti mismo como propio jefe implica, entre otras muchas cosas, ser muy responsable y considerar tu «cargo» como lo harías si otra persona te ordenara. Porque buscar trabajo es un trabajo en sí, y porque estando en paro tenemos mucho más tiempo de aprender otras cosas que nos pueden aportar mucho conocimiento para lo que venga, incluso sobre nosotros mismos.

Pero en esta vida del autónomo, ya no solo se trata del factor económico, también entran en juego las emociones, y éstas nos pueden jugar malas pasadas. Para mantener un equilibrio mente-corazón en una situación así es importantísimo trabajar la inteligencia emocional cada día, ya que ésta nos pone a prueba cada mañana al despertar. Es importante hacer un esquema sobre papel de todas las cosas que queremos hacer en ese día, incluso hacerlo semanalmente, pero cada despertar debe tener en mente un objetivo como poco. En estos objetivos hay que incluir los hobbies, que son los que nos ayudan a evadirnos durante el día a día del estrés que nos ocasionan nuestros quehaceres.

Pero algo que marca la diferencia en cómo afecta emocionalmente no tener trabajo es la actitud con la que nos despertamos. La actitud depende de nosotros única y exclusivamente, se den las circunstancias que se den fuera de nuestra mente. Ser positivos es un aspecto que marca la diferencia en nuestro carácter y en la manera de ver la vida. Comerse el mundo no es cuestión de lo que suceda a nuestro alrededor, comerse el mundo es cuestión de lo que suceda en ti.

Buscar trabajo requiere tiempo y una rutina. Para llevar a cabo este trabajo necesitamos calma en nuestra mente, tranquilidad a nuestro alrededor y mucha autoestima. Aceptamos la situación nueva que acontece con la mejor de las actitudes porque, por encima de todo, creemos en nosotros mismos y en nuestro potencial, y eso nadie nos lo puede quitar, a diferencia del trabajo. Analizamos lo que ha pasado y seguimos adelante intentando llevarnos lo bueno de lo que hemos vivido y aprendiendo de los errores. Nos despertamos cada día y lo primero que hacemos es pensar que:

«Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana»
(Dalai Lama)

Y vivimos el presente sin querer cambiar el pasado y forjándonos un futuro.

 

Por Ana Callejo.

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