Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

Con este artículo queremos explicar o recordar cómo las creencias pueden ser cruciales en una competición.

¿Creer es poder?

Como siempre, depende. Si creemos en nuestras posibilidades de conseguir nuestros objetivos, pondremos en marcha los pensamientos y conductas que nos acercarán a ellos. De esta forma, si un jugador de baloncesto cree que puede encestar un triple en el último segundo, tendrá más probabilidades de lanzar el balón, con un nivel de activación adecuado, sin titubear, etc., lo cual no quiere decir que, por creérselo, vaya a encestar seguro. Si por el contrario, no cree que pueda marcar, tendrá menos probabilidades de tirar a canasta, y es posible que acabe decidiéndose por pasarla o, si tirase, es probable que fallara, puesto que la perspectiva de fracaso le pondría excesivamente nervioso, le haría dudar, pondría demasiada atención en la técnica de tiro, etc. Es decir, no es que por creer en nosotros mismos pudiéramos conseguir cualquier objetivo (si me creo que voy a meter 20 triples en un partido, muy probablemente, no lo conseguiré por mucho que me lo crea), pero podríamos responder a la pregunta diciendo que, en cualquier caso, NO creer es NO poder.

¿Es verdad que “las expectativas las crean los demás y la presión tú mismo”?

Se podría decir que la presión se produce al tener unas expectativas demasiado altas, es decir, al pedirnos más de lo que podemos dar. Cuando estas expectativas las tienen los demás hacia nosotros (nuestro entrenador, nuestra familia, nuestros rivales…), pueden generarnos presión si estas son demasiado altas y si queremos estar a la altura de ellas. Así, si los padres de un joven tenista, que invierten mucho dinero en su formación deportiva (equipación, materiales, torneos), esperan de su hijo que sea deportista de élite cuando aún está empezando, es probable que, si quiere complacerles, sienta esa presión. Sin embargo, también puede ocurrir que nosotros mismos nos pongamos unos objetivos demasiado exigentes, y nos generemos esa presión, si sentimos que debemos llegar a la élite sí o sí.

¿Qué podemos hacer nosotros?

La clave para controlar las expectativas es conseguir un buen establecimiento de objetivos. Dichos objetivos han de ser razonablemente alcanzables en función de las habilidades, experiencia y entrenamiento del deportista, dentro de un período estipulado de tiempo.

Para favorecer las creencias en nuestras posibilidades, podemos desarrollar un pensamiento positivo. Para ello, debemos desprendernos de nuestras creencias limitantes, que nos impiden intentar conseguir nuestros objetivos. Se suelen componer de ideas irracionales, tipo “nada me sale bien”, “pierdo todos los pases”, “nunca estoy contento con mi partido”… Se trata de reestructurar estos pensamientos, identificándolos y cuestionando su veracidad y su funcionabilidad, a través del trabajo psicológico.

Sin embargo, puede ser difícil identificar esto para el propio deportista, por lo que es recomendable que cuente con la ayuda de su entrenador y de su psicólogo.

Carlos Rey

@CarlosReyPsicoa

Deja un comentario

Abrir chat
Hola
¿En qué podemos ayudarte?