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Pregunta: ¿Leo Messi juega mejor con el Barcelona o con Argentina? Si has seguido la prensa deportiva estos últimos días, la respuesta será obvia. Y es que, mientras que en su club, Messi ostenta ya 7 Ligas, 3 Copas del Rey y 4 Champions, en la selección “solo” cuenta con un oro olímpico. Sin embargo, ¿hasta qué punto esta comparación es justa?

 

Un equipo de fútbol no deja de ser una organización y, como tal, está sujeto a una cultura organizacional, estando las personas que la componen determinadas (en gran parte) por el grupo al que pertenecen. La importancia del grupo y la cultura organizacional fue puesta de manifiesto por los estudios de Elton Mayo en 1924, provocando que todas las empresas comenzaran a tener en cuenta estos factores contextuales en sus procesos de selección y promoción. Pues bien, en fútbol, parece que nos hemos quedado en 1920, y no dejamos de preguntarnos por qué Emerson y Diarra bajaron su rendimiento en el Real Madrid, por qué Pirlo llegó a su segunda juventud al salir del Milan o por qué este o aquél jugador rinde peor en su selección que en su club y viceversa. El fútbol es un deporte de equipo y, aunque esté muy trillado, un jugador no es nada sin sus compañeros. Si determináramos que Messi rinde peor con Argentina, probablemente sería porque le faltan Iniesta, Neymar, Luis Suárez, Dani Alves, Gerard Piqué, Luis Enrique, Unzué, Joaquín Valdés, el Camp Nou, Barcelona…

 

Por otra parte, no debemos olvidar que en estos años Messi ha llegado a dos finales de Copa América y a una de un mundial, una de ellas perdida en la prórroga y otra en tanda de penaltis. De esta forma, mirando fríamente los datos y la situación, parecerían exageradas las críticas y, sobre todo, la personificación hacia Leo Messi de la derrota de Argentina ante Chile.

 

Con todo, la situación de escrutinio constante que se ha generado con las expectativas que el aficionado argentino tiene en Messi, puede provocar en el crack un exceso de presión que, sin la adecuada gestión de la misma, es capaz de provocar, finalmente, un efecto negativo en su rendimiento deportivo:

  • Nervios: Todos tenemos un punto de activación concreto que nos ayuda a rendir a nuestro mejor nivel. Dicho punto se conoce como nivel óptimo de activación. Hay futbolistas que necesitan un nivel de activación alto para rendir bien (los casos de Pepe, Arturo Vidal, Diego Costa) y otros, más bajo (Iniesta, Zidane, Pirlo). Un exceso de activación puede provocar estrés, lo que puede suponer un tono muscular más elevado del normal, una aceleración motora, y un estrechamiento del marco atencional.
  • Atención: En fútbol es imprescindible tener, en según qué fases del juego, un marco atencional amplio. Hay que tener clara nuestra posición relativa al balón, compañeros, contrarios, porterías… por no hablar de sensaciones, autodiálogos, emociones… Una presión excesiva puede provocar un estrechamiento en el marco atencional, lo que puede hacernos no tener en cuenta algunos elementos del juego y, al final, menos precisos en ese último regate, o en ese disparo decisivo.
  • Creencias: Las creencias son estilos de pensamiento que determinan la manera en que percibimos el mundo y actuamos en él. Atribuciones (“juego peor porque estoy en mi selección”), expectativas (“como voy a jugar con mi selección, voy a jugar peor”), autoeficacia (“soy peor jugador con mi selección”) serían algunos ejemplos. Estas creencias ponen en marcha todos los mecanismos atencionales y conductuales orientados a conseguir nuestros objetivos. Es decir, si creo que puedo ganar la Copa América trabajaré, me recuperaré antes de los errores, me centraré en cada jugada… si creo que no estoy en condiciones de ganarla, mi empeño será menor, puesto que no tengo nada que ganar (disminuye la motivación).
  • Emociones: Las emociones son adaptativas, elegidas por la selección natural con el objetivo de la supervivencia. Así, no hay emociones buenas ni malas, sino útiles o no útiles en el momento en que se dan. Todas ellas afectan a nuestra cabeza y, en última instancia, al rendimiento. De manera que, si estoy enfadado o triste mientras juego, esto puede afectar a mi toma de decisiones y, en un segundo, puedo influir en el resultado del partido dando una patada a destiempo o no yendo a presionar un balón importante.

Sea como sea, un jugador de la talla de Messi tendrá la mayoría de estos procesos más que trabajados y controlados. Sin embargo, una repercusión tan grande como está teniendo su última final perdida en forma de críticas, puede llegar a tener ese mínimo efecto que, en estos niveles de competición, puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Desde aquí, estamos seguros de que algún día conseguirá por fin ese gran título con su selección que tanto merece… ¡y enhorabuena a todos los chilenos por vuestra Copa América!

 

 

Jaime Marcos

@Jaimemarcosred

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