Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

Las emociones son el producto de miles de años de selección natural, y todas ellas tienen un sentido adaptativo. Sin embargo, como seres humanos hemos impuesto una serie de normas culturales a nuestra especie que muchas veces entran en conflicto con dicha selección natural, propiciando situaciones en las que ciertas emociones conllevan ciertas penalizaciones sociales. Sin embargo, gracias a la inteligencia emocional, podemos aprovechar cada emoción en nuestro beneficio. Aquí os analizamos la otra cara de 5 de las emociones básicas más famosas.

Ira: En esta, nuestra sociedad, en la que una emoción natural como la ira ha sido considerada durante siglos un pecado capital, la sola idea de desmitificar su aceptación como emoción negativa ya se hace un poco cuesta arriba. El sentido evolutivo de la misma es la de darnos la capacidad enfrentarnos a amenazas, aumentando el ritmo cardiaco, la presión sanguínea y los niveles de adrenalina. Durante nuestro crecimiento aprendemos a reaccionar ante situaciones inocuas como si fueran amenazas físicas (un plantón, una avería en el tren, un mal resultado deportivo). Esta energía extra que nos da la ira puede ser utilizada en nuestro beneficio, con una orientación y canalización adecuadas.

Miedo: Es otra cara de la moneda, nos permite huir, evitar o anticipar una amenaza. Producido por mecanismos del cerebro reptiliano (encargado de la supervivencia), activa los músculos de las extremidades inferiores (provocando el típico temblor de piernas, si no las usas para correr) y dilata las pupilas (estrechando el foco atencional, haciendo que nos centremos en la potencial amenaza e ignorando lo demás). De la misma forma que ocurría con la ira, hemos aprendido a temer eventos neutrales de nuestra vida cotidiana como si de tigres dientes de sable se trataran (un examen, una entrevista de trabajo, una película). Una buena actitud ante el miedo puede aumentar nuestra autoeficacia y nuestra motivación, a través del valor necesario para superar estas situaciones adversas.

Tristeza: La tristeza se caracteriza por un estado de ánimo decaído, debido a la intervención de ciertos neurotransmisores. Existe una gran evitación de la tristeza a nivel social, y una creencia compartida de que “para qué vas a estar triste”. Sin embargo, existen muchos casos en los que se han alcanzado grandes éxitos gracias a haber padecido profundos sentimientos de tristeza, formando un proceso de crecimiento que dota a las personas de más recursos de los que puedan tener aquellos que rechazan sentir esta incomprendida emoción.

Alegría: Por otra parte, existe una búsqueda constante por experimentar alegría. Sin embargo, existen ciertos momentos vitales en los que el cuerpo no está diseñado para experimentar esta emoción, y todo lo que sea forzarla puede llevar a desequilibrios afectivos que, a su vez, pueden llevar a desequilibrios conductuales, tal y como nos muestra magistralmente la película Inside Out.

Asco: El asco tiene el sentido adaptativo de evitar contacto con todos aquellos elementos que pudieran suponer contaminación o enfermedad para nuestro organismo. Sin embargo, algunas fuentes afirman que no sentimos asco hacia elementos concretos de forma innata, sino que lo asociamos por aprendizaje. De esta forma, el asco tiene un papel fundamental en muchas fobias y puede afectar a nuestra vida cotidiana, asociando esta emoción a elementos neutrales o incluso a personas.

De esta forma, las emociones no son ni positivas ni negativas, sino que son útiles o no útiles en función de la situación en la que se generan.

¿Te sientes identificado con alguna de estas emociones? ¿Qué otras emociones crees que pueden tener otra cara?

 

Jaime Marcos

@Jaimemarcosred

Abrir chat
Hola
¿En qué podemos ayudarte?