Defusión y fusión cognitiva: ¿eres lo que piensas?

Defusión y fusión cognitiva: ¿eres lo que piensas?

Si intentamos pensar en quiénes somos, quizá nos cueste trabajo darnos cuenta de que somos alguien diferente a la vocecita de nuestra cabeza que no para de hablar. Estamos muy acostumbrados a reconocernos en nuestras palabras y en nuestros pensamientos. Es cierto que mucho de nuestro contenido mental lo elaboramos nosotros voluntariamente pero, según varios estudios, tenemos unos 60000 pensamientos a lo largo del día. ¿Crees que todos son voluntarios? Hoy hablamos de fusión y defusión cognitiva.

La mayor parte de nuestros pensamientos los genera nuestra mente de forma automática, puede que por reacción a ciertos estímulos o porque hayamos recordado algo que vivimos en el pasado. Lo importante es que, de todo lo que pensamos, muy pocas veces estamos creando un pensamiento de forma voluntaria.

Esto no sería ningún problema si no le hiciéramos mucho caso a estos pensamientos. La cuestión es que, a veces, tendemos a creer que como se nos ha pasado por la cabeza determinado pensamiento, somos malas personas, no somos capaces de realizar tal o cual actividad, o incluso que estamos locos. ¡Pues no!

¿Qué es la fusión cognitiva?

Si eres de los que escucha demasiado a esa vocecita interior que le dice cómo es y cómo no es, quizá estás demasiado fusionado con tus pensamientos.

La fusión cognitiva hace que la persona no distinga entre el pensamiento y las condiciones que producen ese pensamiento. Es decir, la persona tiende a creer al pensamiento como una verdad absoluta y se olvida de contrastarlo con la realidad que lo ha provocado. De pronto es como si nos hubiéramos fusionado con nuestra mente y no fuéramos capaces de tomar perspectiva.

Este patrón hace que tomemos al contenido de nuestra mente como literal, lo que consigue que poco a poco vayamos comportándonos en consonancia con esos pensamientos.

Imaginemos a una persona que ha sentido ansiedad en la calle, por ejemplo. Esta persona ha llegado a casa y se ha tranquilizado. El próximo día tiene que salir a la calle, se le cruza el pensamiento “te vas a poner nerviosa, va a ocurrir igual que ayer” y empieza a tomar ese pensamiento como una verdad absoluta, se concentra en ese pensamiento y comienza a observar todos los signos que le dan la razón. De pronto observa que está respirando más rápido y que las pulsaciones han aumentado. Decide quedarse en casa.

Este tipo de conductas pueden acabar creando un patrón de comportamiento bastante dañino para la persona, puesto que finalmente se está dejando guiar por un pensamiento que se produjo en una determinada circunstancia y de la cual se ha olvidado, ha traído las sensaciones que tuvo el día anterior al presente y ha aislado el pensamiento dándole el poder de decidir por ella.

¿Cómo puedo tomar distancia de mis pensamientos?

El proceso contrario a la fusión cognitiva sería el de defusión. La defusión cognitiva permite que la persona reconozca qué es un pensamiento, un sentimiento o un recuerdo sin tomarlo como la realidad, permite desliteralizarlo.

Se trata de un entrenamiento, se puede conseguir el objetivo de observar un pensamiento como lo que es, contenido verbal, de diversas formas.

Una de las diferentes maneras que puedes utilizar, si quieres aprender a ver los pensamientos como lo que son y quitarles algo de importancia, es la meditación.

No se trata de meditar para conseguir convertirte en monje budista, pero hay pequeños ejercicios que pueden resultarte de ayuda en tu día a día.

Meditación formal e informal

Los ejercicios de meditación pueden clasificarse de muchas formas, pero la principal es la que los divide en ejercicios de meditación formal e informal.

La meditación formal sería esa que estamos acostumbrados a ver en las películas. Son ejercicios en los que lo único que estás haciendo en ese momento es meditar. Dentro de esta categoría hay diferentes aproximaciones, hay algunos ejercicios que no se hacen en la típica postura de flor de loto, sino que se hacen caminando o incluso tumbados.

Puedes dedicar un tiempo todos los días a realizar ejercicios formales. Si te resulta complicado comenzar lo más recomendable es que lo hagas con la guía de un experto.

La meditación informal, en cambio, es esa que se lleva a cabo mientras realizamos otras tareas. Puedes estar meditando mientras te duchas, mientras das un paseo o mientras friegas los platos.

Lo importante es conseguir salir de tu mente un ratito, tomar consciencia de que el discurso que escuchas a diario dentro de tu cabeza es un continuo trascurrir de pensamientos enlazados que a veces no te permiten ver con claridad la realidad.

¿Qué ventajas tiene la meditación?

Ser consciente de tus pensamientos puede ser un impulso para llevar a cabo muchas de las cosas que ahora te dan miedo o incluso para verte de una manera distinta.

Quizá nunca has intentado dar ese cambio que buscas porque te has guiado por un pensamiento que te decía que no eras capaz, que ha provocado en ti sensaciones y sentimientos desagradables y al que has preferido hacerle caso, porque parece que hablaba la “voz de la experiencia”.

Salir de nuestra mente, de nuestras preocupaciones y del discurso infinito va a permitirte disfrutar más del momento presente.

¿Cuántas veces has pensado “qué bien me lo estaría pasando si no estuviera dándole vueltas a esto que me preocupa”? Si la respuesta es “muchas”, entonces necesitas un cambio.

A veces la solución es tan sencilla como parar un rato y permitirte observarte, observar tus sensaciones, tus sentimientos y descubrir de dónde vienen, qué los provoca y poner tu atención en lo que de verdad puedes controlar: el ahora.

Por Raquel Ruíz Juárez

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