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La triada cognitiva: estoy roto, la gente no me trata bien y esto no va a cambiar

¿Alguna vez has pensado estas tres cosas a la vez? Hay determinadas situaciones que nos llevan a pensar que hay algo que no funciona bien, que estamos “rotos” por así decirlo. También hay veces que nos da por pensar que la gente hace las cosas con la intención de hacernos daño y que todo esto no va a cambiar a la larga, que el futuro no nos deparará cambios positivos. Cuando ocurren todas estas situaciones, en Psicología lo llamamos la tríada cognitiva.

Si sueles tener estos pensamientos de manera persistente, esto te interesa.

La tríada cognitiva de Aaron Beck

Aaron Beck es un reconocido psiquiatra que ha tenido una importante influencia en el ámbito de la psicología.

Beck asocia la depresión a un problema en el procesamiento de la información. Es decir, que una persona con depresión entiende los acontecimientos que le suceden de una forma incorrecta, o como diría él: distorsionada.

Entonces, ¿tener depresión es estar loco?

No. La depresión estaría caracterizada por unos esquemas de pensamiento –es decir, una forma de pensar- negativa.

Según Beck, los esquemas característicos de pensamiento de estas personas corresponden a una percepción negativa sobre ellos mismos, sobre el mundo y sobre el futuro, esto hace que el sentimiento de bienestar sea bastante complicado de encontrar y mantener.

  • Percepción negativa sobre sí mismo. Las personas con depresión suelen pensar que son incapaces de hacer las cosas bien debido a que tienen algún defecto personal.
  • Percepción negativa sobre el mundo. Tienen la visión de que el mundo es un lugar hostil y que ellos no van a encajar.
  • Percepción negativa sobre el futuro. A todo lo anterior se suma una visión de estabilidad con respecto al problema. Sienten que la situación no va a cambiar.

Estos tres esquemas de pensamiento negativo, llevan a las personas a tener ciertos problemas a la hora de entender la información de determinadas situaciones, puesto que esa información siempre ha de encajar con los tres esquemas mencionados anteriormente.

¿Cómo trabajar sobre esos esquemas de pensamiento?

Los esquemas serían las estructuras generales que engloban a los pensamientos automáticos y las distorsiones cognitivas –esos errores en el procesamiento de la información-, así que para poder modificarlos hay que trabajar sobre esos pensamientos y distorsiones.

La manera más frecuentemente utilizar en psicología es la reestructuración cognitiva o lo que es lo mismo: cambiar nuestra forma de pensar.

¿Cómo cambiar mis pensamientos?

Primero hay que identificar los pensamientos negativos que surgen de manera automática. “No soy capaz”. “Si no me sale esto bien mi vida no tendrá sentido”. “Lo hago todo mal”.

Una vez que hayamos encontrado esos pensamientos que la vocecita de nuestra cabeza nos repite constantemente en situaciones complicadas o incluso en nuestro día a día, es el momento de ver si pueden estar relacionados con alguna distorsión cognitiva.

Es decir, nos toca examinarlos y ver si son ciertos. Algunas de las distorsiones cognitivas más frecuentes las podemos reconocer fácilmente.

Si hablo en términos de “todo” o “nada” (por ejemplo, si suspendo un examen, pensar que siempre suspendo), estoy teniendo un pensamiento dicotómico que no me permite recordar las situaciones en las que aprobé y por lo tanto genera una visión negativa de mí mismo.

Otra distorsión aparecería cuando tendemos a magnificar las consecuencias negativas que tendrá nuestro comportamiento o la situación, en este caso hablamos de la catastrofización.

La última que vamos a mencionar, aunque hay muchas más, es la de la abstracción selectiva. Esta distorsión la podemos reconocer cuando prestamos atención a cosas que encajan con nuestro esquema negativo, por ejemplo, si hay algo que realizo muy bien, como no encaja con mi esquema negativo sobre mí de que soy incapaz, puedo acabar pensando “ha sido cuestión de suerte, normalmente no lo hago bien”.

Una vez reconocidas las distorsiones cognitivas que nos llevan a procesar de manera incorrecta la situación, es la hora de cambiar esos pensamientos por unos más adaptativos.

Este último paso es quizá el más complicado de dominar, por eso requiere cierto entrenamiento. Primero se va poco a poco, se analizan los pensamientos automáticos que han aparecido en situaciones pasadas, pero con la práctica, serás capaz de darte cuenta de que en tu cabeza se están cruzando pensamientos que no te están ayudando y que no tienen razón. Con tiempo y esfuerzo serás capaz de pararlos y modificarlos antes de que generen malestar. No te rindas, con ayuda y paciencia puedes conseguirlo.

Por Raquel Ruíz Juárez

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