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¿Qué es el burnout? Claves para la prevención

¿No puedes tomarte un respiro porque, por mucho trabajo que hagas, este no se acaba nunca? ¿Alguna vez llegaste a sentir tal agotamiento mental que quisiste tirar la toalla y desentenderte de todo? ¿Cuánta gente conoces que terminó abandonando los estudios?  

En nuestras vidas se presentan situaciones y contextos que nos exigen alcanzar determinados niveles de rendimiento, los cuales se plantean como necesarios para ayudarnos a alcanzar el éxito en la consecución de los objetivos que se nos proponen o (a veces) imponen. Eso sin mencionar que, lo que se espera de nosotros, es que seamos capaces de realizar dichos esfuerzos sin mayor problema.

Desde el rendimiento al estrés, del estrés al estrés crónico y del estrés crónico al burnout

Como ya sabemos, el rendimiento, se encuentra en estrecha relación con variables psicológicas como el estrés y la ansiedad.

Estas últimas, en niveles moderados producen una activación fisiológica que puede favorecer a nuestra ejecución: aumenta el estado de alerta, focaliza nuestra atención apartando lo que no es importante, se acelera el pulso y la respiración para hacer frente a demandas físicas…

En definitiva, puede hacer que rindamos mejor. Sin embargo, tienen un efecto contraproducente si se encuentran en niveles excesivos: se minimiza el foco de atención, los músculos se tensan durante tiempos prolongados, se desequilibran los ritmos respiratorios y cardíacos causando sensaciones de fatiga, aparecen pensamientos negativos recurrentes como “no lo voy a conseguir”, “si no lo consigo me despreciarán”, “nunca hago nada bien” … Si hacemos una recopilación de todos los factores (emocionales, psicológicos y fisiológicos) negativos asociados a unas exigencias que percibimos como excesivas o imposibles de hacer frente con nuestros recursos, y los prolongamos en el tiempo, podemos acabar en una situación que, en psicología, conocemos como el síndrome del burnout.

Qué es el burnout y su relación con el deporte

El síndrome del burnout hace referencia al sentimiento de, como su nombre en inglés indica, “estar quemado”. Es un concepto que ha sido utilizado para describir (inicialmente en el ámbito laboral) el desgaste emocional causado, por un excesivo nivel de estrés o un estrés crónico, que comienza presentando síntomas leves como cansancio y fatiga, hasta aquellos más severos como ineficacia, inestabilidad, insatisfacción, y baja realización personal. Esto provoca en la persona la pérdida progresiva de la motivación, la pasión y el entusiasmo que en un principio tenían por su trabajo, haciendo caer por consecuencia el ritmo de productividad y rendimiento hasta llegar al absentismo o abandono, e incluso –atención, duras palabras– en algunos casos, el suicidio.

De la misma forma, esta dinámica se traslada a otros contextos como pueden ser la escuela, las relaciones de pareja, o, para nuestro interés, el ámbito deportivo, en el que el rendimiento y, sobre todo, el resultado, suele ser donde más se pone el ojo (tanto el propio como el ajeno). Y es que, Feigley, en 1984 estableció que las circunstancias que dan lugar al estrés laboral y las que aparecen en el estrés deportivo muestran características muy similares y que pueden conducir al burnout. Es más, el síndrome se puede apreciar en deportistas desde los 10 años, sobre todo en niños que están muy presionados porque se les suponen unas habilidades que les van a conducir a ser unas estrellas del deporte, o porque se da por hecho que ya deberían serlo.

Es mejor prevenir el burnout

Podemos considerar el abandono por burnout como una respuesta adaptativa ante situaciones repetidas que nos causan niveles de estrés tan elevados, que llegan a poner en peligro nuestra salud. Es normal que, ante sensaciones tan desbordantes, se activen nuestros mecanismos de afrontamiento más primitivos, que son la lucha, la paralización o la huida, y acabemos perdiendo los nervios y contestando a nuestro jefe de malas maneras provocando que nos despidan, dejando de estudiar para evitar hacer frente a ese examen, abandonando el deporte que en un principio nos apasionaba…

Pero a pesar de poder definirlo como una respuesta adaptativa en relación a nuestro bienestar físico y emocional, consideramos que los contextos deportivos (así como los escolares, laborales, etc.), no deberían crear climas favorecedores del burnout, ya que bajo estas condiciones, estaríamos impidiendo la satisfacción del proceso de aprendizaje y el bienestar con el deporte, condenando a nuestros futuros deportistas a abandonar el desarrollo de las potencialidades que se encuentran latentes en ellos, y terminaría siendo común el abandono prematuro del deporte.

Se puede conseguir lo contrario si se conocen bien los factores que influyen en el burnout y se logra una buena gestión de los mismos, favoreciendo los estados emocionales positivos relacionados con el deporte, enseñando a los participantes (tanto deportistas como entrenadores y demás figuras del cuerpo técnico) maneras efectivas de afrontar el estrés, evitando la monotonía de las actividades, ofreciéndoles apoyo emocional y controlando las sobreexigencias y el posible estrés crónico.

Es preferible que, por ejemplo, un adolescente deje el equipo de baloncesto porque estén cambiando sus prioridades y quiera anteponer sus estudios, a que lo haga porque está harto de que su entrenador, su equipo, o incluso sus padres le haga sentir mal con sus constantes reproches.

Por Ángelo Andre Centeno.

@97perezandre


REFERENCIAS BIBIOGRÁFICAS

Feigley, D. A. (1984). Psychological burnout in high-level athletes. Physician and Sport Medicine, 12, 109-119.

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