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¿Cómo influye la negatividad en nuestra autoconfianza?

Seguro que alguna vez te ha pasado que te has levantado con el pie izquierdo y no paran de pasarte cosas que no hacen más que seguir empeorando el día y afectándote a tu negatividad y, por tanto, a tu bienestar personal, pero esto ¿a qué se debe?

Influencia de la negatividad en el estado de ánimo

Lo más probable es que esto se deba a nuestros sesgos atencionales, que es la tendencia que tenemos a dirigir la atención, selectivamente, hacia el procesamiento del material que posee un contenido congruente con el estado de ánimo. Es decir, si estamos tristes tendemos a dirigir la atención hacia las cosas más negativas. Sin embargo, si nos acercamos más podríamos decir que se debe a lo que conocemos como sesgo de negatividad.

¿Qué es el sesgo de negatividad? Lo podemos definir como la tendencia a darle más importancia a aspectos negativos de un determinado evento, persona o situación. Valoramos como más relevantes aquellos estímulos que son negativos frentes a los positivos o neutrales. También ha sido llamado asimetría positividad/negatividad y repercute de forma muy significativa en nuestra vida diaria.

Gracias a esto, por ejemplo, se puede explicar por qué cuando conocemos a alguien por primera vez y vemos algo negativo, nos cerramos en esas características y construimos una imagen negativa de esa persona.

También explica por qué las personas tendemos a recordar más aquellas experiencias en las que han pasado situaciones negativas o que no nos han gustado frente a aquellas que son placenteras. Por ejemplo, nos solemos acordar más de las críticas, enfados o insultos que de las alabanzas o felicitaciones de los demás; reaccionamos más fuertemente a los estímulos negativos que a los positivos; y solemos pensar, con mayor frecuencia, en lo malo antes que en lo bueno que nos ha pasado.

Componente del sesgo de negatividad

Los investigadores Paul Rozin y Edward Royzman nombraron 4 elementos que componen el sesgo de negatividad:

  1. Potencia negativa: ante dos estímulos de la misma intensidad, pero uno positivo y otro negativo, siempre habrá mayor reacción hacia el negativo, y es este el que despertará más interés.
  2. Desigualdad negativa: ante la existencia de un evento, ya sea negativo o positivo, el grado en que son percibidos como uno u otro es diferente según sea más cercano en tiempo y espacio. Los eventos negativos los percibimos mucho más negativos cuanto más cerca están en comparación con un evento positivo. Por ejemplo, a medida que vemos que se acerca un examen que no hemos estudiado, ese miedo se incrementa, a diferencia de si hemos estudiado muchísimo y nos lo sabemos a la perfección.
  3. Dominio negativo: si pesamos en una balanza los aspectos positivos frente a los negativos, el resultado siempre va a llevar a mayor peso ante los aspectos negativos, más de lo que en teoría debería de ser.
  4. Diferenciación negativa: las personas conceptualizamos de manera más compleja las ideas negativas que a positivas; en nuestro vocabulario tenemos más expresiones para explicar que algo es negativo a para explicar que algo es positivo.

Por todo esto, es posible que, al pasarnos una cosa mala en el día pensemos: “todo me pasa a mí”, cuando simplemente podemos hacer un cambio de perspectiva.

Por Lucía López Maroto

@_lucialopezm

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